Nacida y criada en Guayaquil, Ecuador, Marianela se trasladó a España hace tres años para estudiar Ciencias Políticas. Este trimestre se incorporó a Generaciones como miembro del equipo de Compromiso, así que nos pusimos al día con ella para charlar sobre su experiencia hasta ahora, su perspectiva sobre la salud pública ecuatoriana frente a la española y sus planes para el futuro.
P: Hace un par de meses que formas parte de Generations for Health, qué es lo que has aprendido de tu paso por el equipo hasta el momento?
R: Lo primero que se me ocurre es el hecho de que una organización no necesita tener una estructura rígida y jerárquica de poder para ser eficiente. El liderazgo horizontal que existe en Generations me ha permitido sentirme cómodo con el equipo; empatizamos unos con otros y no tenemos miedo de comunicar cuestiones personales si es necesario, lo que rara vez ocurre en otras organizaciones. He aprendido que no se necesita un jefe para ser productivo: sólo un equipo que te cubra las espaldas. Al fin y al cabo, somos seres humanos, no máquinas, y ya es hora de que cambiemos nuestra concepción tradicional del poder en las organizaciones.
P: ¿De dónde surge tu pasión por la salud pública?
R: Cuando me mudé a España, me di cuenta de que la salud es un derecho, no un bien de lujo. En mi país, la salud no se consideraba un derecho humano, y no fue hasta que experimenté el sistema sanitario de otro país cuando me di cuenta. No podemos estar en buena forma si ni nuestro cuerpo ni nuestra mente están atendidos, y es deber del Estado satisfacer esa necesidad. Otra cosa de la que me di cuenta fue que la gente que está acostumbrada a un sistema sanitario realmente bueno tiende a pasar por alto el valor de la sanidad pública, por lo que puede ser un tema peliagudo en ambos lados de la moneda; la gente suele conformarse, ya sea dando por sentado su acceso a los servicios sanitarios o aceptando sus deficiencias, y por eso la sanidad pública es tan necesaria.
P: Si pudieras vivir en cualquier parte del mundo, ¿dónde sería y por qué?
Sin duda, ¡viviría en Francia! Me encanta el arte, el idioma, los museos, su diversidad… Y además tiene muy buenas conexiones con muchos países.
P: ¿En Paris?
R: (Risas) ¡Por supuesto!
P: Además de vivir tu vida de ensueño en París, ¿dónde te ves dentro de cinco años?
R: Definitivamente me veo casada y con una familia, que es algo muy importante para mí. En cuanto a la vida profesional, me veo formando parte de una organización dedicada a construir mejores sistemas educativos en América Latina. LATAM es una región llena de potencial, y una educación con perspectiva de género, centrada en el medio ambiente, y comprometida con el desarrollo de las capacidades emocionales de los estudiantes, provocaría el cambio estructural que necesita.